jueves, 13 de octubre de 2011
Querida Carson:
Me gusta pensar que el mundo de la creación no tiene nada que ver con el mundo de la industria editorial. Que la inspiración huye de las oficinas. Y sin embargo, el escritor mismo contiene dentro de sí estos dos mundos, como parte necesaria de su carrera, y ambos los tiene que afrontar haciendo uso de ciertas cualidades comunes. Todas acaban en "on", y juntas forman un peligroso ripio: tesón, ilusión, tolerancia a la frustración.... Es un ripio necesario, sin duda. Puede que las musas no se paseen por las oficinas o por los despachos de los editores, pero nosotros sí, nosotros, como criaturas que rebosan ideas, que al final acabaremos vendiendo como lo haría cualquier comercial. Nadie puede (ni debe) permanecer ajeno a este desdoblamiento. No es hora de refugiarse en la ingenuidad, sino de seguir creyendo, desde la sabiduría, de continuar la minúscula guerra zen que nos hemos montado en un campo de batalla invisible, que sólo nosotros acertamos a ver.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario