¿De dónde viene la obra? ¿Qué azar, qué ínfimo episodio dará comienzo a la cadena de la creación? (...) No escribiré más sobre iluminaciones porque son muy misteriosas y porque yo no las entiendo más de lo que puedan entenderlas mis lectores. Me fascinan, eso es todo.

lunes, 8 de octubre de 2012

Ya está (casi) aquí. Mi viaje por el microrrelato. Compartiendo camarote con ellos. Sonora, el tiburón, Dreyfuss, Malinowsky, los licántropos, los que aman. Todos se dan cita en Kiriwina.

sábado, 19 de mayo de 2012

EMPATÍA POR LOS PERSONAJES

Querida Carson:
No tengo más remedio que sentir un gran respeto por mis personajes.  Quién sabe qué sentirán, ahí encerrados en su propia historia. Ahora, por ejemplo, pienso en tres chicas adolescentes. Nunca ha podido ver un libro de mitología en condiciones. ¿Qué significa vivir a la sombra de un tabú? ¿Cuánto mide lo desconocido para ellas? ¿Qué nombres tiene el dolor?

TERMITAS, ELEFANTES

Querida Carson:
Al parecer se ha acuñado la expresión "termitas contra elefantes" para referirse al antagonismo entre artistas que buscan las esquinas olvidadas y hablan a media voz, y los artistas que arman ruido, que buscan el premio o la fama y ser intachables y respetados... aunque es una clasificación algo forzada, reconozco que me atrae, sobre todo lo de ser termita (por cierto me encantan los elefantes, por desgracia a menudo se les asocia con valores dudosos como torpeza, grandiosidad ridícula, o con ser un estorbo). Me gusta de las termitas que saben por dónde entrar a una casa, y no lo hacen por la puerta principal. Buscan esquinas insólitas. De la misma manera, el narrador busca entrar al relato por la cocina, por la despensa, por el desván, aunque no lo consiga, aunque se caiga en el intento. Es una idea bella, si bien es cierto que la invasión de termitas resulta bastante desagradable, si esas termitas fuesen las palabras sería una idea algo más llevadera.
Pero si hay que hacer caso a Farber en su ensayo "arte termita contra arte elefante blanco", está claro de qué lado me posicionaré. A pesar de ello, sigo reivindicando el derecho de los elefantes a ser utilizados como símiles constructivos (¿por qué no decir que tienen una memoria prodigiosa, que igual que ellos encuentran el agua tal y donde quedó el año pasado, el escritor será capaz de encontrar su tono, o su lenguaje, por muy perdido que parezca, por mucho cansancio o mucha tristeza o mucha crisis?)
En fin, nos queda el consuelo de ponernos a pensar a cuántas termitas conocemos.

domingo, 13 de mayo de 2012

Hay libros que sólo pueden ser de una manera. Hay libros cuya vida irá mucho más allá de su propia edición e incluso de la propia existencia del autor. Tienen vida propia, aunque la semilla que los creó sea siempre un pedazo de la vida de alguien. FAULA, LA HORA DEL VACÍO , de Begoña Callejón, es un libro largamente deseado, que cuenta con unas ilustraciones que, precisamente, le hacen ser lo que es. Una impronta más que Begoña deja a sus lectores, que cada vez son más.